Detrás de cada instante
hay cosas que ignoramos y suceden.
Simplezas de la vida cotidiana,
paisajes
que no están en nuestra lista
y de repente un flash los ilumina
para que nuestros ojos los contemplen.
Algo así me ocurrió, hace unas tardes.
Desandaba mi rumbo y en un parque,
intentando dar vuelo
a un barrilete
con figura de avión, flecos y todos
los colores que sueña una paleta,
estaba un niño solo.
Y los
niños no deben estar solos
al tiempo de jugar con su cometa.
Uno no sabe -a veces- cuál conducta
es la más apropiada para usarla.
Atiné simplemente a unas palabras
(Cierta especie de aliento).
Seguí andando
mientras pensaba
dónde habría perdido
al pastor de sus juegos
ese infante.