RECETA (Abr, 12)
Has de tomar -bien fresca- unos cincuenta
gramos de levadura. Los disuelves
en un jarro pequeño junto a medio
pocillo de agua tibia (Sólo tibia).
Un poquito de harina que dé forma
a una masa sin grumos y algo blanda.
Tapas el recipiente con un lienzo
y en un lugar templado lo colocas.
Verás que en poco tiempo el buen fermento
convertirá en esponja aquella masa.
Pon un kilo de harina cual corona,
una pizca de sal bien esparcida,
en el medio la espuma y lentamente
le agregas agua tibia, en tanto amasas.
Debe quedar un bollo que sea elástico
y no se pegotee entre los dedos.
Lo pones en un bol, de nuevo al lienzo
y otra vez a lo tibio hasta que doble
el tamaño que tiene nuestro intento.
Dependiendo del alto que te guste
lo cortarás en tres o cuatro partes
y amasas con las mismas, nuevos bollos.
El horno debe estar precalentado.
Tomas una pizzera y la embadurnas
con un chorro de aceite bien nacido,
colocas dentro un bollo y con la punta
de los dedos untados, le das forma.
Un pocillo de salsa no caliente
y un par de minutitos a que leve.
La introduces al horno y cuando veas
que el fondo está dorado será el tiempo
de poner muzzarella y lo que aprecies
sobre la salsa y darle un nuevo toque
de horno hasta que esté tal como gustes.